Solo una de cada 400 viviendas tiene etiqueta energética A en España

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En Español tienen ya certificado energético más de 3 millones de viviendas. Tenerlo es obligatorio para alquilar o vender una vivienda desde 2013 y va a acompañado de una etiqueta orientativa sobre la energía que es necesaria para mantener el confort de la vivienda. Se reparte en siete categorías, y de los 3 millones apenas del 0.25%, cuentan con la calificación A. En la categoría B se encuentran menos del 1% del total y en la C, un 4%. Por contra, más de la mitad se encuentran en la categoría E.

Aitor Domínguez, técnico del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético – IDAE – explica que esto obedece a una estrategia consciente a la hora de asignar las etiquetas. Se decidido asignar a las mejores viviendas la letra E, reservando de la A a la D para que las cumpliesen unas condiciones más exigentes que se estaban empezando a implantar. La razón era evitar lo que ha ocurrido con los electrodomésticos, en que casi todos los nuevo son A, por lo que ha habido que añadir más o menos asteriscos a la letra para indicar las mejoras en la eficiencia respecto al estándar inicial.

Kwh por metro cuadrado

Dentro del panorama residencial, cada letra está vinculada a un ratio de consumo de kilowatios hora por metro cuadrado necesarios para mantener una situación de confort en el interior. A partir de los datos recogidos por IDEA se concluye que pasar de la letra G a la E – de la más baja a la más habitual – puede suponer un ahorro de más de 100 kwh por metro cuadrado. Si se usa energía eléctrica, en una vivienda de 100 metros cuadrados el ahorro puede superar los 1.200 euros al año. Todo esto ha de entenderse como una referencia general, ya que depende mucho de las condiciones de la vivienda, las zonas y demás condicionantes.

Margen de ahorro

Lo que está claro es que ha mucho margen de ahorro. Pedro Sánchez, en su fallida investidura marcó objetivos de rehabilitación energética para viviendas, «con el compromiso de actuar en 100.000 viviendas al año en nuestro país».

El plan Nacional de Energía y Clima remitido a Bruselas incluye la rehabilitación energética de 1.200.000 viviendas hasta 2030, comenzando por 30.000 en 2021 y aumentando poco a poco hasta llegar a 300.000 en 2030.

Dinero público

Tras estallar la burbuja inmobiliaria se pensó en la rehabilitación – intensiva en mano de obra en relación con la inversión – para reducir el paro en la edificación de viviendas. Hoy se dedican a esta actividad apenas 46.000 trabajadores, calcula Vicente Sánchez, de CCOO. Su diagnóstico es que hay muy poco dinero público para animar a los propietarios a invertir. «si no hay dinero para rehabilitación las familias no se van a meter. Primero porque las familias no tienen la conciencia de que eso les revierta dinero a corto plazo. Y segundo porque hay muchas familias que todavía no pueden acometer obras importantes en su casa».

Avales

El Ministerio de Fomento, que canaliza buena parte de los fondos destinados a la rehabilitación, busca una fórmula de equilibrio entre todas las partes. «La ayuda pública, que es muy importante, debe complementarse con unas condiciones de financiación que sean adecuadas y con unas condiciones de concienciación que permitan al particular entender que es una mejora», reflexiona Francisco Javier Martín. Pero aún no hay compromisos presupuestarios ni una fórmula de financiación definitiva.